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jueves, 25 de abril de 2013

Zancadillas, y paso adelante

Nadie puede decir que la vida o su propia vida es o ha sido un camino de rosas, primero porque ya con este dicho nos olvidamos que tras los rosas están las espinas y que para saborear las mieles que nos ofrece un rosal antes tendremos que esquivar las mencionadas espinas.
 
La vida desde pequeño está llena de zancadillas, algunas son torpezas propias y otras son zancadillas de penalti y expulsión. Pero de todos los baches tendremos que sacar conclusiones, el hombre que tropieza y no se cae adelanta un paso, y eso es lo que hoy quiero reflexionar a vox populi.
 
En nuestra vida una zancadilla es la pérdida de un familiar, perdida que lloramos como cosa normal pues se trata de nuestra propia sangre, al que también incluyo fallecimiento de alguien al que se le tenga tanta estima que su muerte nos produzca ese momento de dolor del cual tenemos que seguir avanzando pues la vida sigue y gira y no queda otra que seguir viviendo. Yo he llorado allá por el 1988 por la pérdida de mi abuelo y por un amigo con el que tenía bastante relación. Pero esas zancadillas son pasos adelantados, pues no me caí.
 
A su vez están las zancadillas o los baches que te da la vida misma, aunque a veces flaquean las fuerzas y puedes llegar a pensar que la vida es una mierda, yo en mi caso podré tener tres mil baches, pero al día de hoy estoy satisfecho con algunas de mis acciones, algunas muy dolorosas que dejan huella y otras que a posteriori te das cuenta que si es lo mejor para ti es lo mejor para todos. Yo me he confundido bastantes veces, de hecho estoy a un paso de tener sentencia firme de divorcio, pero no por ello me arrepiento de haber estado casado, pues ese matrimonio me ha dado lo que más quiero en mi vida, mis dos hijos.
 
Yo no he sabido defender una amistad y por una de ellas lloré porque me di cuenta que había sido un carajote que no supo estar a la altura de una bonita amistad de la que por propio orgullo lo negué.
 
La vida es un devenir de situaciones, y no cabe otra que afrontarla lo buenamente que se pueda, ¡y sí!, lloramos, pero no nos equivoquemos pues el llorar no nos hace fuerte, en esos momentos somos débiles estamos a expensas ajenas y nos hace susceptible, esas lágrimas nos hacen fuertes cuando se han secado y hemos aprendido a superarlas, y en esos momentos de soledad no queremos que nadie nos interrumpa entre nosotros y nuestros pensamientos
 
De mi vida poco a poco estoy descartando lo que no me interesa, y recuperando lo que había perdido o no había sabido ni podido defender…… mi familia y mis amigos.
 
Salud y Libertad