El gran
pelotazo de este pre carnaval 2016 ha sido el regreso de Martínez Ares, a tanto
que ha eclipsado de cierta manera el veloz regreso de La Comparsa de Los Carapapas.
Es así, quizás
ha sido el más deseado, si le preguntan a todos así lo muestran aunque haya un
receloso que ante su regreso, haya apuntillado que él también trae una cosita
buena, en fin
Yo crecí con Martínez
Ares, y quien me conozca sabe que nunca he sido un ferviente seguidor, pero si
conozco su carnaval y puesto a decir y opinar que época desearía, a groso modo.
Aglutinaría una parte prepotente el que a partir de su tercera comparsa ya se creía
con el derecho de pernada de estar en la final, otra de el estilo almibarado calabacero,
romantiquero y melódico, el de los pasodobles contundentes con arma arrojadiza
y que se salve quien pueda, o el de la comparsa comparsa, de la pirata
guerrera, la que mataba a cañonazos, aunque solo fuera para acabar con un insecto,
o la última etapa la de cadi cadi, revolucionaria y ciega que es donde puso punto y
aparte que todo mezclado junto a un pito de caña, el viento de poniente, las murallas, los bracitos de puente, la luna por la caleta, las torretas "con esto os dejo mi comparsa".
Pero aparte
de eso y del grupo, y sin desmerecer a nadie, me alegro por Cristóbal, cuando
una noche allá por principios de los noventa entre copa y recuerdo de coplas me
dijo que Antonio era su amigo, pero que no iba a salir con él, el motivo, me lo
guardo, pero era una historia de amor entre amigos, y me alegro porque al darle
la enhorabuena de estar entre los elegidos, con la voz entrecortada, me dijo
"Mi amigo, ¡no voy a salir con mi amigo!"
Cádiz
esperaba a Martínez Ares, pero Cristóbal esperaba a su amigo.
Salud y Libertad
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