http://jardinauta.blogspot.com/2008/10/la-unin-hace-la-fuerza-i.html
Continuación:
Fueron numerosas las llamadas a los polis locales de La Isla, una de ellas cuando la policía subió a informar a los vecinos de arriba y una vez informados, mientras esperaban el ascensor, comenzó una serie de amenazas hacia nosotros por parte de la niñata, que por casualidad escucharon todo los agentes. Los vecinos de enfrente del patio nos avisaban que no entráramos al juego, pues estaba la policía escuchando desde una ventana que daba al citado patio. Al rato me llamó el agente por el telefonillo y me dijo que si quería interponer una denuncia que fuera a Comisaría, que el haría lo propio.
Fueron condenados por injurias y amenazas y este sería el primer paso judicial serio contra ellos.
Ya a raíz de esto la lucha de los vecinos contra ellos se agudizó, aunque el hombre decía que no podía que se le había ido el asunto de las manos, ese no era nuestro problema, había que echarlos antes que nos volvieran locos.
Ya comenzamos a tener las asambleas monotemáticas de comunidad para tratar el asunto, el hombre acudía y decía siempre lo mismo, pero los vecinos le insistíamos que no eras nuestro problema, el decía que iba a vender pero nunca veíamos el cartel de la inmobiliaria.
No creáis que este paso de amenaza de denunciarlos iba a calmarlos, ni mucho menos. Todo seguía igual, nosotros llamando a la policía, recabando información, hasta que en una última reunión con el vecino incluido, se aprobó por unanimidad denunciar a los dueños e inquilinos del piso sexto, letra a, de la calle Pintor Hernández Homedes de San Fernando, por lo que contratamos los servicios de un abogado.
Cuando a este le llegó la citación llegó hasta engañar a su abogada y decir que era cosa nuestra que los vecinos pesados éramos nosotros. Su abogada lógicamente pidió que le facilitaran algunos teléfonos de contacto de los vecinos para pedir que fueran a testificar a su favor. A estas llamadas todos le dijeron a la letrada que como iban a testificar ellos en su propia contra, todos dijeron si yo he sido parte al denunciar como voy a decir que es incierto, y además siendo verdad.
Cuando se aproximaba el día del juicio, mi mujer no salía si no iba acompañada, nos podíamos temer algo, alguna venganza. Yo ya noté el coche con unos arañazos a mala leche, no podíamos tender la ropa afuera por mor de que se lo manchaban todo, claro está que todo esto era supervisado por la policía con su correspondiente informe de veracidad.
Al llegar el día de autos, fuimos unos cuantos vecinos al juzgado de San Fernando para corroborar el tema, pero el juicio no se llegó a celebrar. La abogada nos propuso que olvidáramos el juicio bajo el compromiso de que ellos, los gordos que eran como los llamábamos se iban a marchar en el plazo de tres meses. Por supuesto que aceptamos.
Continuará…
Fueron condenados por injurias y amenazas y este sería el primer paso judicial serio contra ellos.
Ya a raíz de esto la lucha de los vecinos contra ellos se agudizó, aunque el hombre decía que no podía que se le había ido el asunto de las manos, ese no era nuestro problema, había que echarlos antes que nos volvieran locos.
Ya comenzamos a tener las asambleas monotemáticas de comunidad para tratar el asunto, el hombre acudía y decía siempre lo mismo, pero los vecinos le insistíamos que no eras nuestro problema, el decía que iba a vender pero nunca veíamos el cartel de la inmobiliaria.
No creáis que este paso de amenaza de denunciarlos iba a calmarlos, ni mucho menos. Todo seguía igual, nosotros llamando a la policía, recabando información, hasta que en una última reunión con el vecino incluido, se aprobó por unanimidad denunciar a los dueños e inquilinos del piso sexto, letra a, de la calle Pintor Hernández Homedes de San Fernando, por lo que contratamos los servicios de un abogado.
Cuando a este le llegó la citación llegó hasta engañar a su abogada y decir que era cosa nuestra que los vecinos pesados éramos nosotros. Su abogada lógicamente pidió que le facilitaran algunos teléfonos de contacto de los vecinos para pedir que fueran a testificar a su favor. A estas llamadas todos le dijeron a la letrada que como iban a testificar ellos en su propia contra, todos dijeron si yo he sido parte al denunciar como voy a decir que es incierto, y además siendo verdad.
Cuando se aproximaba el día del juicio, mi mujer no salía si no iba acompañada, nos podíamos temer algo, alguna venganza. Yo ya noté el coche con unos arañazos a mala leche, no podíamos tender la ropa afuera por mor de que se lo manchaban todo, claro está que todo esto era supervisado por la policía con su correspondiente informe de veracidad.
Al llegar el día de autos, fuimos unos cuantos vecinos al juzgado de San Fernando para corroborar el tema, pero el juicio no se llegó a celebrar. La abogada nos propuso que olvidáramos el juicio bajo el compromiso de que ellos, los gordos que eran como los llamábamos se iban a marchar en el plazo de tres meses. Por supuesto que aceptamos.
Continuará…
Tercera parte:
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