Cuando encontró su empleo, Rita era la más feliz de la ciudad. En el encontró estabilidad y encontró compañerismo y armonía. Poco a poco fue escalando posiciones en la empresa, pasando de ser Subalterna a Administrativa. Todo iba color de rosa, entre sus compañeros todo el trabajo se llevaba a cabo, ella era la única mujer de su departamento.
De buenas a primera, el Jefe de Recursos humanos informa que en ese departamento se iba a producir un cambio, el Jefe había sido ascendido y ya tenían decidido un sustituto. Ratchí, un licenciado en derecho era el elegido para ocupar el puesto. Todos le dieron la bienvenida a todos el agradeció el acogimiento, pero…… con ella comenzaba un cierto recelo. Ratchí era una persona de otra religión, tenía otro concepto sobre las tareas de la mujer, y no le entraba en su mentalidad que la mujer estaba adaptada al mercado laboral de este país.
Poco a poco la ninguneaba, no le mandaba realizar ningún trabajo de responsabilidad, y cualquier labor le era revisada minuciosamente, caso que no hacía con el resto de sus compañeros.
Estos a modo tranquilizarla le decían que no se preocupara, que ellos ya hacían el trabajo y la intentaban calmar, cosa que no conseguían. El propio Jefe una de las veces que escucho una queja por parte de esta mujer, le dijo que eso es lo que había, que si no le gustaba, tenía la opción de pedir la cuenta o volver a su anterior puesto de ordenanza.
Al ir a presentar una queja al Sindicato, estos la oyeron y presentaron una denuncia informativa ante la empresa, pero de seguida salieron los jefes diciendo que desde un sindicato se instaba a la xenofobia y al racismo, pues no tenían constancia que ninguna trabajadora se le hubiera mermado sus retribuciones, o sufriera algún tipo de acoso laboral. Los propios sindicalistas tuvieron que optar por callar, pues nadie, ni los propios compañeros estaban dispuestos a corroborar la denuncia, pues tenían miedo por posibles represalias.
Y todo seguía igual e incluso a peor. Rita tuvo que ponerse en manos de un siquiatra pues desde su Jefe de departamento era tal el desprecio hacia ella, que hasta llegaba a creer que era cierto, que no valía para nada, era tanto el menosprecio que se sentía que incluso llegó a pensar que mejor sería que volviese a su anterior puesto, perdería la dignidad, pero ganaría en estabilidad personal.
Así lo hizo, se volvió a su reparto de correspondencia, creía que mejoraría, pero no, cada vez que se ponía el uniforme o entregaba una carta lo hacia con la cabeza gacha y la moral por los suelos…..hasta que dijo ¡¡BASTA!!.
Solicitó nuevamente volver a su puesto de Administrativo, por supuesto se lo negaron, ya estaba cubierto por un hombre que daba el perfil a la jefatura del departamento, y a raíz de eso puso su caso en manos de un abogado, y presento una denuncia en los social por acoso laboral. Con consecuencias graves médicas.
Ella ganó, todos le apoyaron, todos se pusieron de su parte, la justicia impartió justicia. Ella que se sentía extranjera en su país, no podía comprender que en pleno siglo XX, todavía en el país de la libertad y el derecho constitucional pudieran suceder estas cosas, y más con el beneplácito de los patrones. Ella fue tan mujer tan mujer, que cuando se vio la cara con el impresentable de su Jefe le dijo, Ya ves, he ganado, o sea, una mujer te ha ganado, pero ¡ahora te vas a la mierda, ahí te quedas!. Y dándole con la puerta en la cara se fue.
Actualmente trabaja en un buffet de abogados
Basado en una historia real
De buenas a primera, el Jefe de Recursos humanos informa que en ese departamento se iba a producir un cambio, el Jefe había sido ascendido y ya tenían decidido un sustituto. Ratchí, un licenciado en derecho era el elegido para ocupar el puesto. Todos le dieron la bienvenida a todos el agradeció el acogimiento, pero…… con ella comenzaba un cierto recelo. Ratchí era una persona de otra religión, tenía otro concepto sobre las tareas de la mujer, y no le entraba en su mentalidad que la mujer estaba adaptada al mercado laboral de este país.
Poco a poco la ninguneaba, no le mandaba realizar ningún trabajo de responsabilidad, y cualquier labor le era revisada minuciosamente, caso que no hacía con el resto de sus compañeros.
Estos a modo tranquilizarla le decían que no se preocupara, que ellos ya hacían el trabajo y la intentaban calmar, cosa que no conseguían. El propio Jefe una de las veces que escucho una queja por parte de esta mujer, le dijo que eso es lo que había, que si no le gustaba, tenía la opción de pedir la cuenta o volver a su anterior puesto de ordenanza.
Al ir a presentar una queja al Sindicato, estos la oyeron y presentaron una denuncia informativa ante la empresa, pero de seguida salieron los jefes diciendo que desde un sindicato se instaba a la xenofobia y al racismo, pues no tenían constancia que ninguna trabajadora se le hubiera mermado sus retribuciones, o sufriera algún tipo de acoso laboral. Los propios sindicalistas tuvieron que optar por callar, pues nadie, ni los propios compañeros estaban dispuestos a corroborar la denuncia, pues tenían miedo por posibles represalias.
Y todo seguía igual e incluso a peor. Rita tuvo que ponerse en manos de un siquiatra pues desde su Jefe de departamento era tal el desprecio hacia ella, que hasta llegaba a creer que era cierto, que no valía para nada, era tanto el menosprecio que se sentía que incluso llegó a pensar que mejor sería que volviese a su anterior puesto, perdería la dignidad, pero ganaría en estabilidad personal.
Así lo hizo, se volvió a su reparto de correspondencia, creía que mejoraría, pero no, cada vez que se ponía el uniforme o entregaba una carta lo hacia con la cabeza gacha y la moral por los suelos…..hasta que dijo ¡¡BASTA!!.
Solicitó nuevamente volver a su puesto de Administrativo, por supuesto se lo negaron, ya estaba cubierto por un hombre que daba el perfil a la jefatura del departamento, y a raíz de eso puso su caso en manos de un abogado, y presento una denuncia en los social por acoso laboral. Con consecuencias graves médicas.
Ella ganó, todos le apoyaron, todos se pusieron de su parte, la justicia impartió justicia. Ella que se sentía extranjera en su país, no podía comprender que en pleno siglo XX, todavía en el país de la libertad y el derecho constitucional pudieran suceder estas cosas, y más con el beneplácito de los patrones. Ella fue tan mujer tan mujer, que cuando se vio la cara con el impresentable de su Jefe le dijo, Ya ves, he ganado, o sea, una mujer te ha ganado, pero ¡ahora te vas a la mierda, ahí te quedas!. Y dándole con la puerta en la cara se fue.
Actualmente trabaja en un buffet de abogados
Basado en una historia real
2 comentarios:
Aunque parezca mentira, aún existe acoso laboral hacía determinados grupos de personas. Ojalá y todos reaccionaran como Rita.
Saludos y gracias por las visitas.
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