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martes, 7 de septiembre de 2010

Lastres, el pueblo del doctor Mateo.


En mis vacaciones ha sido uno de los pueblos que he visitado, es enormemente precioso, es ese pueblo empedrado cuyas rampas terminan en una cala, es ese pueblo escalonado cuyos escalones acaban en la misma cala, es ese pueblo que desde arriba se ve una cala y desde la cala se ve el pueblo. Es una cala con un pueblo colgante, que bien podría ser un pueblo colgando sobre una cala.

Me gustó demasiado, no había bares por el pueblo en sí, seguramente porque por esas calles nunca habrían pensado sus habitantes que transitaran tanta gentes provenientes de tantos lados diferentes. Y ese detalle que hace que tenga su propio encanto de pueblo de ellos mismos; mucha ropa tendida en cordeles puestos al uso para ello, y todo por el mismo motivo, porque su gente no pensó que por sus portales transitaran muchas gentes rebuscando por sus callejuelas.

Y ahora venden que es el pueblo de un tal Doctor Mateo, que tras este personaje está el gran Gonzalo de Castro, un tipo que me cayó bien cuando lo vi por la calle San Francisco de Cádiz con una mochila sobre la espalda, deambulando solatera e indagando sobre mi Cádiz sin más historias de artista, que ser un normal hombre de caminos.

Y de un tal “caracolo” que es el poli de ese inventado pueblo, que tiene que ser de puta madre pues ese apellido es tan de Cádiz que pienso que debe de ser pariente de uno de esos anglos que allá por el siglo XVI saquearon mi tierra a las ordenes de un conde maldito y que enamorado de mi saqueada ciudad, pensó en quedarse y formar familia y abaniquear en esta tierra el apellido O´Doguertí, que por cierto también ostenta mi compi de curro Juan Luis, el del blog, las cosas del correr.

Pero tras ver y disfrutar de tan bello paraje, pensé que la historia de esta serie un día tocará su fin, la gente dejará de ir buscando la taberna de Tom, o la casa del médico y hasta ese faro perdido que ilumina el mar Cantábrico. Y pensé que ese pueblo empedrado cuyas rampas terminan en una cala, ese pueblo escalonado cuyos escalones acaban en la misma cala, ese pueblo que desde arriba se ve una cala y desde la cala se ve el pueblo. Y que termina siendo una cala con un pueblo colgante, o que bien podría ser un pueblo colgando sobre una cala, volvería a su rutina de pueblo coqueto conocido por quienes lo valoran o como yo lo hago ahora como pueblo singular y como pueblo a visitar. Lejos de cámaras, de actores de nombre ficticios, por ser lo que es, uno de los pueblos mas bonitos de la cornisa cantábrica.

Lastres seguirá vivo, San Martín del sella y todos sus personajes tienen fecha de caducidad.

Salud y libertad

4 comentarios:

Elena dijo...

Bonita descripción Paco. Conozco Cantabria, aunque no ese pueblo. Y es preciosa y se come de lujo en todos sitios.

Manuel Caballero dijo...

Paco aparte de encantarte ese pueblo, creo que añoras la tranquilidad de antaño, pocos coches,el estrés aún no se conocía,las puertas abiertas de las casas, la mano siempre tendida a la necesidad de otro vecino,y el pasar lento pero agradable de los días,ese pueblo tiene una hermosa vista natural y retrospectiva para personas que como tú lo has visto y vivido ya casi todo.

Anónimo dijo...

Hombre Paco, espero que esa fecha de caducidad que citas, tarde una mijita en llegar picha. Un saludo.

Fdo: Caracolo

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Toda la razón en cuanto a la hermosura del pueblo.

Pasé por Lastres hace un par de años, cuando aun no era "San Martín del Sella", y nuestro querido Gonzalo de Castro seguramente no había siquiera leído el guión de la serie que sacó de su tranquilidad a Lastres y lo hizo conocido, buscado y fotografiado, como si Lastres no hubiera merecido con su sola belleza toda esa fama que tiene ahora revestida de San Martín de Sella.

Unos cuantos miles de besos pa los cuatro