Llegamos
a Fuerteventura sobre las seis y media de la mañana, ya mi primo estaba esperándonos,
recogimos los equipajes y marchamos a Gran Tarajal, la localidad de
Fuerteventura a donde vive junto a su mujer Nora y su hijo Santi. Llegamos bastante
cansado pues al viaje nocturno le teníamos que añadir que el día anterior fue
vivido con intensidad, por lo que mis hijo se acostaron un buen rato y yo di un
cabezazo en el sofá más o menos una hora aproximadamente.
En
Fuerteventura donde ya cogimos buen tiempo nos lo pasamos de playeos, de paseos
nocturnos y de ir a Morro Jable. Mis hijos hicieron muy buenas migas con Santi
el hijo de mi primo y le daban las tantas antes de acostarse, por lo que
levantarlos era toda una odisea, pero vamos, nos fuimos a la playa por la tarde
duchita y paseo tranquilito por la zona de la playa, que estaba a escasos
metros de la vivienda de mis primos.
Así mas
o menos corrían los días desde el martes que llegamos hasta el sábado por la
noche que zarpamos rumbo a Cádiz, la atención de Nora, mi primo y su mujer con
nosotros no tiene palabras, siempre atento a mis hijos y sobre todo Santi, que
como ya dije hicieron un gran grupito.
El
sábado salimos hacia Puerto del Rosario para coger el barco a las seis y poco más
de la tarde, teníamos que embarcar a las nueve y media, el barco venía de Gran
Canaria, recogía pasaje en Fuerteventura así como posteriormente lo haría en
Lanzarote. Embarcamos nos acomodamos y del tirón se abrió el comedor estilo
buffet y nos pusimos a cenar. Después de cenar ya los niños habían hecho amista
con algunos niños del barco por lo que ya ellos se quitaron de en medio hasta
que se venían a dormir.
El día
siguiente fue igual desperté a los niños sobre las diez para desayunar, y de
seguida ya buscaron a sus amigos y estuvieron juntos todo el día, a tanto que
ya hasta la cena me pidieron que querían comer con sus amigos, cosa que por
supuesto accedí, le di sus tarjetas que debían de presentar y allí cenaron
todos juntos, hasta que acabaron y siguieron sus juegos hasta que se vinieron a
dormir.
Al día
siguiente llegamos a Cádiz, con la sorpresa de que en la misma bocana al lado
de la punta San Felipe había una manada de delfines, cosa que a su vez también
fue una sorpresa.
Llegamos
a Cádiz tardamos un poco en desembarcar y vino a recogernos mi hermano Ángel,
que ya aprovechó y como iba para San Fernando no le importó de dejarme a mí en
mi casa y llevó a su domicilio a mis hijos.
Total
que esta es más o menos la historia de unas vacaciones de unos niños con su
padre, a mi desde luego no se me olvidará y apuesto que a ellos tampoco.
Podéis
visualizar el video que he realizado con las fotografías realizadas.
Salud y
libertad.
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