El efecto Amor

Hoy me ha ocurrido una anécdota la mar de simpática, vamos que la tengo que compartir.

Resulta que hace unos quince años conocí a un chavalito que por entonces debía de tener pues eso, otros quince años, era un chiquillo, y hoy ya es todo un hombre.

Después con el tiempo deje de verlo, ya me casé y ni lo veía, pero de un año para acá volví a verlo trabajando de camarero en el bar donde desayuno cuando estoy trabajando. Total que me dio mucha alegría de verlo y a el también y los dos cuando el tiempo y su trabajo lo permite, nos hartamos de reír de las anécdotas de nuestras vidas, y de nuestros conocidos comunes.

De lo último que le pregunté fue por su madre, y me dijo que hacia cinco años que falleció, y seguimos hablando de ella y de lo que lo protegía.

Esta mañana antes de ir a desayunar me encontré a otro amigacho y le dije que allí en el bar ese, está trabajando “el camaroncito”, que era el mote que le pusimos por lo poquita cosa que era, y me dice, - Dos cojones, ahí está. Viviendo con su novio viviendo como un marques.

¿Qué el camaroncito es maricón? Pregunté con mi habitual delicadeza, a lo que me respondió con otra pregunta ¿ah, pero no lo sabias?... “pos” no, “pos” no lo sabía, y ¿ahora que hago yo? No sabía si hoy al verlo lo vería vestido de cupletista, o si iría con la pisha escondía como la “amó” ¡que de tonterías! Si yo todos los días lo saludo con ¡que pasa cabrón! Pues debo de ser igual… aunque con mi malicia personificada pensé, mejor un ¡QUE PASA MARICÓN!, y así lo hice.

La verdad es que como siempre nos estamos insultando, pues es algo intrínseco de los de cai, me dijo, que pasa cabrón. ¡Pensé! ¿Sabrá algo de mi mujer cuando me ha llamado cabron?..... nada, que como soy tan jodío, le dije quillo, que me han dicho que tu vida cambió y no me has dicho nada. Se quedó pensando y sin responder, y seguí ¡vamos que eres maricón!, me mando al carajo y me preguntó si yo no lo sabía. Yo le dije que no sabía nada, vamos que si lo llego yo a saber no me habría faltado el tiempo como me faltó en preguntarle.

Le pregunté si el era el hombre o la mujer y me siguió mandando al carajo, y que yo creía que hoy lo vería vestido como a la Carmen del mairena, y me siguió mandando mas lejos.

Total a lo que quiero ir. Mi colega el camaroncito no ha cambiado de ayer a hoy, que me he enterado que le cabe tela, pero sigue igual de feo, aunque con el agravante que es maricon, pero sigue igual de buena gente e igual de tío puntero, y con dos cojones para el y para su vida.

Salud y libertad