Como dijo Martínez Ares a mi Juan yo lo he matado. El símil de Tafalla

Un conocido mío de Cádiz y de mi barrio, lleva un tiempo viviendo aquí en la Isla, se ha venido junto a su madre a la casa de su otro hermano el cual ya vivía por mi zona desde hace tiempo.

Yo que sabía lo que su madre había pasado por mor de tener un maltratador en casa, de vez en cuando le preguntaba por cómo iba el asunto….. ¿el asunto? me dijo el colega, hasta que no se muera el cabrón de mi padre, no vamos a poder estar tranquilo.

Y se murió no hace mucho, y solo me dijo que su madre aun seguía llorando, de rabia, pero lloraba de su mala vida junto a su marido y ahora lloraba su muerte.

Ahora se está juzgando a una mujer por que mató a su marido, pero se le está juzgando por ello y tiene a todos sus hijos a su favor. El marido parece ser que toda su vida había sido uno de esos maltratadores que aun deambulan por la sociedad, muchos disfrazados con traje de chaqueta y otros con la sonrisa del que se cree superior. Esta señora lloraba en la vista y decía que a su marido le había aguantado todos los maltratos porque lo quería tanto, que hasta aguantaba las palizas habidas durante su matrimonio.

No seré yo quien diga si es culpable o inocente, ojalá le salga favorable si en verdad así lo es. Pero solo ver a sus hijos en piña en torno a su madre, solo con eso me hace ver que esa mujer no fue culpable de las palizas, y que posiblemente lo que ocurrió al final, fue por no haberlo cortado en su momento, pero ahora es hablar por decir, nunca debió de haber soportado ningún trato vejatorio, pero ni ella como esposa, ni nadie como persona.

Y me he acordado de ese pasodoble que tan bien escribió Antonio Martínez Ares de esa mujer que fue a denunciarse que había matado a su Juan, letra de la comparsa Los Piratas que se llevó un más que meritorio primer premio en el año 1998

Con permiso buenas tardes, vengo “pa” que me detenga.

Qué “cansá” voy a sentarme, pues verá voy a explicarle

la historia de un sinvergüenza..

Lo quería con locura, “toa” mi vía se la dí,

pero el sólo buscaba una criada, una esclava,

una mujer para parir.

Siempre decía que tenía una quería,

una duquesa para él.

Qué le gustaba llegar por la madrugada

“pa” tenernos a su merced,

¡su merced!

Y lo he “matao”, a mi Juan yo lo he “matao”,

por haberme “maltratao”, por sentirme una perra,

por hacerme una vieja con cuarenta y pocos años.

Y lo he “matao”, a mi Juan yo lo he “matao”

y en mi alcoba lo he “dejao” con mi llanto en sus labios.

Justicia no pido yo, que conmigo no la ha habido.

¿Quién me paga este dolor y la pena de mis hijos?

Así que ya sabe usted, haga lo que haya que hacer.

Póngame una soga al cuello, porque por primera vez,

no tengo, no tengo miedo

Salud y libertad