El Parry de Cádiz, camino a Soria

Debía ser si no me equivoco otoño del 82. La boda de mi tío Paco en Navarra fue el motivo de que hasta allí nos plantáramos en el 124 marrón de mi padre, hasta allí, hasta esa tierra que por entonces tanta reticencia a su visita provocaba.

Pero nosotros en principio no íbamos a llegar hasta Pamplona hasta creo recordar el mismo día del enlace de mis tíos, y nos quedamos a dormir en otra casa, en un pueblo totalmente genuino de la montaña, concretamente de la sierra de Cameros, llamado San Román de Cameros.

Pero lo curioso no era que en esa bella localidad riojana me hubiera dado un ataque de alergia a algo y que me picara "to" el cuerpo una barbaridad, ni que me subí a un manzano a recolectar algunas manzanas del huerto del suegro de mi tío Antonio, que era el que allí nos ubicó, ni que probara un jamón que estaba, como se suele decir brutamente, “patoasuputamadredebueno”, ni que fuera a una fiesta del pueblo de al lado con uno de los cuñados de mi Tio Antonio, (chuchi creo que es su nombre) y al llegar ya casi se había acabado la fiesta ya que fuimos andando y estaba a unos pocos de kilómetros, ni que al llegar a Pamplona hubo un atentado, ni que allí fui a una exposición de reptiles, y que comí por primera vez en un restaurante Chino, lo curioso y digno de no olvidar fue el camino de ida de Cádiz hasta La Rioja.

Mi padre tenía como norte que al llegar a Madrid tenía que ir en dirección a Soria, o sea la propia carretera que iba hasta Soria era la que una vez llegado a Madrid teníamos que coger, para posteriormente supongo que cambiar hasta llegar al punto final del primer destino o sea San Román de Cameros.

Yo no sé si existiría ya la M30, lo cierto es que nos metimos en Madrid. Ya era de noche, hasta que mi padre vio una señal que indicaba A Soria, y por allí se fue, iba, venía, perdía esa señal, la volvía a encontrar… total que habíamos encontrado la señal A Soria, pero no daba mi padre con el inicio de la carretera, hasta que no tuvo más remedio que tener preguntar a alguien, y buscó un taxi al cual se le puso en paralelo y le preguntó diciéndole que como se llegaba a Soria. Este taxista dijo que estaba complicado y retirado, a lo que mi padre le señaló el cartel y le dijo ¡Allí pone A Soria!, el taxista miró a mi padre y le dijo… A Soria no, eso indica la calle Arturo Soria….jajajaja, y nosotros dando mas vueltas que una mariquita en una rebaja de bragas. Pero ahí no queda la cosa, le propone mi padre que yo me monte en el taxi y que este nos lleve hasta la salida de Madrid, queriendo decir al taxista que con eso tenía el garante de que no nos íbamos a ir sin pagar, a lo que dijo el simpático taxista, de eso nada, supongo que recordaría que mi padre confundió A. Soria con la carretera que va a Soria, y no lo vería muy convencido en las maniobras por los madriles automovilísticos. Negó esa posibilidad aduciendo que si el niño no viene y nos perdemos, yo pierdo cuarenta duros. Si voy con el niño y nos perdemos, ¿Qué hago yo con el niño en Madrid?.... lógica aplastante, que me evitó ser garante de una carrera.

Así que nos llevó hasta el lugar, se le pagó lo establecido y seguimos camino Soria, para luego un tal Gabinete Caligary dedicar una canción a mi padre.

Salud y libertad.

PD. Cuídate viejito