Cuando vine de camping, ya tenía pensado hacer este artículo. Articulo encaminado a la unión que se hace en torno a una mesa sin más historias de disciplinas, de dones o de dines, simple y llanamente de eso, de sentarse en torno a una mesa.
Y a través de eso se me ocurrió incluir la estrafalaria e incomprensible frasecita que me soltó el “manué” que es el del primer articulo de esta trilogía, (pinchar aquí) y máxime cuando una mesa no tiene mas significado que ser un mueble, que igual amortaja un cadáver que recibe a un recién nacido, que igual se firman matrimonios que divorcios, en la que se sentaron a cenar Jesús de Nazaret y Judas Iscariote. La mesa tiene el simbolismo que nosotros queramos darle según la filosofía de el momento en cuestión.
El segundo artículo vino porque quise hacer ver que en gente de partidos de izquierdas también existe gente de extraña disciplina, que lejos de luchar por las diferencias sociales, te recuerdan que ellos son don fulanito de tal. (pinchar aquí)
Pues el caso es el siguiente. En el camping había un grupo de niños que tenían por costumbre de cenar cada noche en una parcela diferente o sea con una familia distinta. Una noche el Capi, mejor dicho su hijo Alex que hizo de anfitrión invitó a un chorro de niños entre ellos mi Laura y mi Pakito.
Cuando estaban cenando se decidió que también lo hiciéramos los padres cuando acabaran los macacos, cada uno que trajera algo y comer todos juntos.
Allí nos juntamos una pareja de vascos que trajeron una perola de mejillones con tomate exquisitos y vino, unos madrileños que proporcionaron chorizos guisados y queso manchego, el capi puso unas pizzas, unos catalanes que como era de esperar no pusieron nada, y nosotros o sea Inma y yo que nos colamos con una ensalada, y unos langostinos buenos de Sanlucar, de estos que cuestan un dineral y que se paga a precio de oro en cualquier restaurante, no creáis que eran de oferta del Eroski de Conil de 5, 95 euros el kilo, ¡que va!….. ¡Ah! lo de los catalanes es broma jejeje, ellos trajeron unas cervezas y otras pizzas.
Allí compartimos una velada agradable, allí cenamos sin importarnos que yo pueda ser o no de Nación Andaluza, o los vascos puedan ser independentistas o los catalanes de Esquerra Republicana o mi colega el capi de Fuerza nueva. Como debe ser compartimos nuestras viandas, charlando de lo que se encartaba, el capi contó el chiste del Capitán Tomate, así como algunos otros hicieron lo mismo.
Eso es lo bueno de las relaciones humanas, lo humano. La ideología forma parte de su pensamiento y no debe de ser un argumento para que deje de ser buena persona. Y si el año que viene se vuelve a encartar otra cena de esta índole, yo me apunto, aunque los vascos solo piensen en vasco, los catalanes en catalán, los madrileños en español, y el capi y yo en andaluz.
Salud y libertad
Y a través de eso se me ocurrió incluir la estrafalaria e incomprensible frasecita que me soltó el “manué” que es el del primer articulo de esta trilogía, (pinchar aquí) y máxime cuando una mesa no tiene mas significado que ser un mueble, que igual amortaja un cadáver que recibe a un recién nacido, que igual se firman matrimonios que divorcios, en la que se sentaron a cenar Jesús de Nazaret y Judas Iscariote. La mesa tiene el simbolismo que nosotros queramos darle según la filosofía de el momento en cuestión.
El segundo artículo vino porque quise hacer ver que en gente de partidos de izquierdas también existe gente de extraña disciplina, que lejos de luchar por las diferencias sociales, te recuerdan que ellos son don fulanito de tal. (pinchar aquí)
Pues el caso es el siguiente. En el camping había un grupo de niños que tenían por costumbre de cenar cada noche en una parcela diferente o sea con una familia distinta. Una noche el Capi, mejor dicho su hijo Alex que hizo de anfitrión invitó a un chorro de niños entre ellos mi Laura y mi Pakito.
Cuando estaban cenando se decidió que también lo hiciéramos los padres cuando acabaran los macacos, cada uno que trajera algo y comer todos juntos.
Allí nos juntamos una pareja de vascos que trajeron una perola de mejillones con tomate exquisitos y vino, unos madrileños que proporcionaron chorizos guisados y queso manchego, el capi puso unas pizzas, unos catalanes que como era de esperar no pusieron nada, y nosotros o sea Inma y yo que nos colamos con una ensalada, y unos langostinos buenos de Sanlucar, de estos que cuestan un dineral y que se paga a precio de oro en cualquier restaurante, no creáis que eran de oferta del Eroski de Conil de 5, 95 euros el kilo, ¡que va!….. ¡Ah! lo de los catalanes es broma jejeje, ellos trajeron unas cervezas y otras pizzas.
Allí compartimos una velada agradable, allí cenamos sin importarnos que yo pueda ser o no de Nación Andaluza, o los vascos puedan ser independentistas o los catalanes de Esquerra Republicana o mi colega el capi de Fuerza nueva. Como debe ser compartimos nuestras viandas, charlando de lo que se encartaba, el capi contó el chiste del Capitán Tomate, así como algunos otros hicieron lo mismo.
Eso es lo bueno de las relaciones humanas, lo humano. La ideología forma parte de su pensamiento y no debe de ser un argumento para que deje de ser buena persona. Y si el año que viene se vuelve a encartar otra cena de esta índole, yo me apunto, aunque los vascos solo piensen en vasco, los catalanes en catalán, los madrileños en español, y el capi y yo en andaluz.
Salud y libertad
4 comentarios:
Manolin Gálvez y el Código da Viñi, qué peaso chirigota, wena, wena, peaso de arte.
Esta es la verdadera convivencia. Y si hay comida de por medio, más verdadera aún. Con la tripa llena se ve todo mucho mejor.
Qué no haría yo por unos buenos langostinos.........
Hola Paco:
He estado en Cádiz solo una vez y apenas un rato, no llegó a dos días. Me fui con la miel en los labios y espero, deseo, volver con más tiempo.
Me alegra acercarme a través de este espacio tuyo.
Saludos.
Benito
Po yo no me creo que trajeran las pizzas los catalanes, yu lo has dicho poa quedar bien... jajajajaajajaja.
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